Retorna, corazón

 

Este no es mi corazón, pero se parece.




He perdido llaves

Teléfonos

Amistades.

He perdido el respeto de algunos de mis pares.

También familiares.

Cuadernos.

Discos.

Recuerdos.

He perdido la paciencia.

El ímpetu.

Fuerzas.

He perdido y recuperado aquellas cosas y muchas más.

Es un axioma vital: todo lo que se pierde se suele recuperar.

Excepto….

Y esto me preocupa mucho, demasiado, demáis.

Porque lo que perdí hace tiempo

Y no logro encontrar

Es mi corazón.

No sé cuándo ocurrió.

Simplemente se esfumó.

Alguna mañana, tarde o noche, se desvaneció.

No sentí el vació, el hueco, el hoyo.

No sentí la ausencia.

Tal vez no presté atención.

No lo sé.

La cuestión es que tuve un corazón.

Normal, humano, eficiente.

Latente.

Porque mi corazón latía.

Era una bomba de vida.

Empujaba la circulación.

Estoy segura de ello.

Alguien podrá preguntar: ¿has pensado en la posibilidad

De que nunca hayas tenido corazón?

Mi respuesta: no preguntes tonterías.

Había un corazón en mí.

No quepa duda de ello.

Hay testigos.

Pero ahora solo yo puedo atestiguar acerca de la pérdida de mi corazón.

¿Lo dejé en algún sitio o lo decepcioné?

Tal vez no se trate de una desaparición.

Tal vez un escape.

¿Qué hacer en ese caso?

¿Cómo convencer a un corazón herido?

¿Cómo decirle que todo estará bien?

¿Que no tema?

¿Que no volverá a suceder?

¿Cómo hacerle entender a mi corazón que estoy dispuesta ser ‘una’ con él?

Vuelve, por favor.

Sal de tu escondite.

Porque yo también estoy cansada

De buscarte y no encontrarte.

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