COVID y salud mental. Una entrevista (1ra. parte).
"La terapia es un espacio de autocuidado"
Entrevista a Corina Montilla, psicóloga. (1ra. parte).
En
junio de 2021 entrevisté Corina Montilla. Psicóloga, con una especialidad en
Psicología Clínica, otorgada por la Escuela Sistémica de Buenos Aires
(Argentina). Ella acababa de dejar su trabajo como Jefe del área de Psicología
de una clínica privada de Santa Cruz de la Sierra. Estuvo 10 años en ese puesto
y fue testigo de las consecuencias mentales y emocionales que produjo la
pandemia del COVID-19.
Yo
la conocí en 2018. Ella fue mi terapeuta y yo fui su paciente durante poco más
de dos años. Ella me enseñó las herramientas que necesitaba para superar muchas
ideas que me habían conducido al lugar oscuro en el que me encontraba. Además,
me acompañó en los primeros meses de mi transición de género. Es, claramente,
una mujer por la que siento una enorme gratitud y admiración.
El
propósito de esta entrevista era registrar el testimonio de una profesional de
la salud (en este caso la salud mental) y las consecuencias de la pandemia en
la salud mental de las personas. Pero no solo hablamos de eso. Corina y yo tuvimos
dos sesiones de entrevistas en las que abordamos su carrera, las
características de la perspectiva sistémica en la psicología, las causas de las
mal llamadas 'enfermedades mentales', los resultados de crecer en una familia
disfuncional y las experiencias de la pandemia.
En
esta primera parte: su formación, su manera de abordar la terapia psicológica y
los desafíos de ejercer su profesión.
Ella es Corina Montilla. |
―
¿Qué es la
perspectiva sistémica?
― La especialidad es Terapia Sistémica. El enfoque consiste en tratar a la persona como un ente que está dentro de un sistema. La familia es un sistema compuesto por roles, personas, valores. Un lugar de trabajo es un sistema con personas, estructura, roles, funciones. Esta perspectiva sistémica considera que la problemática del ser humano se puede explicar a partir de las interacciones que suceden, principalmente, en su sistema familiar. Entonces, la Terapia Sistémica ve al ser humano como el resultado de: su historia, la historia de su familia, y de la interacción con otras personas.
―
En ese
sentido, mi buen desarrollo social depende de cómo yo sepa navegar las
relaciones que tengo en mi familia, en mi trabajo, en mi vida social.
― No solamente en lo social, sino que este enfoque plantea que las personas construyen su identidad, o al menos una muy buena parte de su identidad, a partir de las interacciones dentro de su sistema familiar. Las interacciones de los antepasados, las pautas de comunicación, las formas de afrontar los problemas, las actitudes, las maneras de comunicarse, la forma de demostrar el amor. El legado. Por ejemplo, los legados que las generaciones transfieren, históricamente, de una persona a otra. Estos legados tienen que ver con los valores, la crianza, la religión. Entonces, a partir de todo eso, la persona ‘se hace’ y sale a la sociedad, a relacionarse en otros sistemas. El sistema de la empresa, el sistema de amistad, de las redes sociales.
― ¿Estamos
hablando de una persona, un individuo, que busca ser visibilizado más allá de
su sistema familiar? ¿Ése es el juego que tiene que malabar el individuo? Te
consulto porque para las personas transgénero las dificultades en el sistema
familiar serán muy diferentes a las que enfrentará en sistemas laborales o
sociales.
― No se trata de hacer malabarismos. El ser humano necesita tener sentido de pertenencia. Sentir que forma parte del sistema familiar, que sigue las normas, reglas, políticas y valores de ese sistema familiar. Con el tema del género, cuando la persona transgénero sale a la sociedad, espera sentirse parte de esa sociedad y sentirse aceptada y valorada. La sociedad es un sistema más grande que alberga subsistemas. La comunidad LGBTQ+ es un sistema también. Santa Cruz es un sistema, el Gobierno Municipal es un sistema, los hospitales son sistemas, conformados por personal. La perspectiva sistémica es muy integral y amplia.
― ¿Y las
enfermedades mentales? No las que vengan por cuestión genética, como
esquizofrenia, sino las enfermedades ocasionadas por problemas de la vida
misma, ¿se producen a causa de quiebres en estos relacionamientos? ¿Cómo se
explica eso?
― El
enfoque sistémico no utiliza términos que tengan que ver con enfermedades
mentales. Lo que el enfoque sistémico hace es identificar diagnósticos
relacionales. Estos diagnósticos explican que eso que comúnmente se conoce como
esquizofrenia, es en realidad el resultado de un sistema familiar disfuncional
en el que los afectos, los relacionamientos y la comunicación han sido
ambiguos. Te doy un ejemplo sencillo que siempre utilizo: un hijo llega a su
casa. Es su cumpleaños. La madre le ha comprado dos regalos: una corbata roja y
otra corbata azul. El chico, feliz, le agradece. Sube a su cuarto, se coloca la
corbata azul, baja a la sala y dice: “mira, mamá, qué bonita me quedó la azul”.
La madre lo mira y le pregunta: “¿Acaso no te gustó la roja?”. El chico sube
otra vez a su cuarto. Se quita la corbata azul y se pone la roja. Baja y dice:
“mira, mamá, qué linda me quedó la roja”. La mamá lo mira, pone cara triste y
le dice: “Ayyyy, no te gustó la azul”. El chico sube otra vez y baja, pero
ahora lleva puestas las dos corbatas. ¿Quién es el loco? La respuesta usual es:
el hijo. Se lo etiqueta como loco, pero en realidad lo que quiere ese hijo es
contentar a su madre, hacerla feliz. Y a veces la ambigüedad de la madre lo confunde,
y a veces también lo daña. En las relaciones familiares se dan estas
interacciones que con el paso del tiempo pueden desencadenar en
disfuncionalidad. Con esta pequeña historia se explica a la esquizofrenia como
una ‘escisión de la personalidad’ que se produce a partir de la
disfuncionalidad en las formas de comunicarse dentro del sistema familiar. A
eso se le llama ‘el doble vinculo’. El doble vínculo de: te amo, te odio; te
quiero, te maltrato. Al final eso es lo que en -teoría y dicho en términos
comunes- supuestamente enloquece a la persona. Estos dobles vínculos ocasionan
una ruptura en el comportamiento de la persona y derivan en este tipo de
conductas incoherentes.
―
¿Lo mismo la
ansiedad, la depresión?
― Claro.
Otro ejemplo: una madre entra en una depresión profunda. Desde el enfoque
sistémico evalúas y dices: a ver, ¿por qué esta deprimida? Entonces empiezas a
mirar la historia de la persona y vas viendo… Y descubres: a la mamá se le
fueron todos los hijos y entró en depresión profunda porque su vida era solo
cuidar de los chicos y ahora se encuentra sola y en un estado emocional frágil
porque su forma de vivir ha estado en función de los hijos y en ser madre
solamente. No construyó carrera, no formó pareja. Resultado: depresión. Esa
depresión es una alerta. Algo en el sistema familiar está fallando. Este
enfoque te plantea que síntomas como ansiedad, depresión, problemas de
comportamiento de los niños en el colegio, la anorexia, la bulimia; todos ellos
son alertas. Algo está funcionando de forma equivocada en el sistema. Es
disfuncional. Y por lo general es el niño, o el adolescente, quien, con su
comportamiento, da la alerta.
―
¿Qué plantea
la teoría sistémica acerca de la homosexualidad? ¿La considera como resultado
de una disfunción familiar?
―
No.
Eso en la actualidad está fuera de vigencia.
―
¿Cómo se lleva
la teoría sistémica con El DSM 5, el Manual de Diagnóstico de Enfermedades
Mentales?
― El manual tiene estructura, tiene un valor desde lo científico y puede servir de guía en muchos casos. Este manual hace un diagnóstico individual. El enfoque sistémico hace un diagnóstico relacional. La persona tiene un problema que es resultado de su interacción dentro del sistema familiar. Así, cuando trabajamos con el paciente, éste entiende que no sólo él o ella tiene el problema, sino que todos los miembros de la familia forman parte del problema. Eso implica una responsabilidad grupal y significará que todos deberán trabajar para encontrar la solución al problema. Este enfoque plantea que al resolver las interacciones, ordenar el sistema familiar y poner todo en su lugar nuevamente, después de una situación de crisis o de caos, la persona saldrá de este estado de ánimo y seguirá adelante. Son diagnósticos relacionales, no basados en lo que dice el Manual Diagnostico.
―
¿Por qué
elegiste estudiar ese enfoque?
―
En
la universidad tuvimos dos materias que versaban acerca del enfoque sistémico y
la verdad es que la catedrática nos las dio de una forma tan didáctica, tan
pedagógica que me llamó bastante la atención. Uno de los trabajos prácticos
finales fue elaborar nuestro genograma. Es como el árbol genealógico y es una
técnica que se utiliza para poder mirar, evaluar y analizar la historia de las
personas. El trabajo consistía en investigar nuestra propia historia, como una
investigación periodística, con preguntas a mis padres, abuelos… Sobre sus
padres, etcétera. Llegar lo más lejos posible en ese árbol genealógico y
recabar información a partir de una serie de preguntas estructuradas que nos
daba la profesora. Al final, este trabajo se convirtió en un libro y la verdad
es que al terminar el libro y después de leerlo y de haber escuchado todas esas
historias de mis familiares me di cuenta que había muchas cosas que yo no
sabía, y entendí tanto acerca de mi manera de ser. Todo tuvo sentido: mi
historia, mi personalidad, todo calzó. Me identifiqué bastante. Por eso, cuando
se dio la oportunidad de hacer la especialidad con unos profesores de la
escuela sistémica de Argentina no lo dudé y me metí a hacerlo.
―
¿Quién era tu
profesora en la UPSA?
―
La
licenciada Maricruz de Urioste.
―
¿Hiciste la
especialidad en Argentina?
― No.
Los profesores venían una vez al mes. Eran módulos y pasábamos las clases los
fines de semana. La especialidad duró nueve meses y luego se convirtió en Maestría.
Cursé la Maestría, pero solo egresé, no terminé la tesis porque estaba
embarazada. Tuve a mi hijo y no hice la tesis. Es algo pendiente. Eventualmente
fui a Argentina y visité la escuela. Aún mantengo el contacto con mis
profesores.
―
Según entiendo,
esa escuela es pionera en teoría sistémica.
― Fue
la primera escuela sistémica fundada en Sudamérica. Pero este enfoque tiene
muchos años. Los primeros estudios –que son la base de este enfoque- se
realizan después de la Segunda Guerra Mundial. Nace como teoría a partir de los
años 60, en EEUU, más específicamente en Palo Alto (California). Desde los 70 se expande a otros
países, gracias teóricos norteamericanos e italianos.
―
En síntesis,
el problema no es la persona sino lo que lo rodea.
― La
persona no es el problema. Lo que pasa es que la persona tiene una conducta que
nos alerta de que su sistema, el entorno cercano en el que se encuentra, no
está funcionando.
―
¿Por qué
estudiaste psicología?
― Es
una buena pregunta. Yo pasé por muchas etapas. En una época mi primera opción
era ser directora de cine. Me encanta el cine. En algún otro momento también
quería escribir. Después, ya poniendo los pies sobre la tierra y sobre todo
tomando en cuenta el contexto, decidí que estudiar cine sería muy complicado.
Luego consideré a la medicina, pero yo siempre he sido muy exigente conmigo
misma, y entendí que si estudiaba medicina terminaría dedicándome a mi carrera
de forma exclusiva, por lo que probablemente no tendría marido ni hijos.
Finalmente me decidí por la psicología. Siempre tuve la vocación de ayudar a
las personas y esta profesión calza con ese propósito, además que me da la
oportunidad de interactuar y también llevar una vida personal equilibrada, no
solo dedicada a lo laboral. Así terminé estudiando psicología y la verdad es
que en ningún momento dudé. Desde que empecé la carrera siempre me gustó,
siempre me encantó leer. Esta carrera demanda eso, leer bastante. Nunca dudé.
―
¿Cómo
conociste la psicología?
― Llevamos
algo de psicología en el colegio. Me llamaban la atención las materias de psicología,
literatura y también me gustaba biología. Era bastante buena en las materias de
letras. Historia, por ejemplo. Cuando yo tenía 15 años el matrimonio de mis
padres entró en crisis. Nos llevaron a una supuesta psicóloga. Digo ‘supuesta’
porque años más tarde me enteré que no era psicóloga, sino psicoterapeuta[1].
Pero nos llevaron para que hablemos, porque había varios problemas. Recuerdo
que me sentí contenida y escuchada por la psicoterapeuta. Me llamó la atención
y me dije: “Ah, qué interesante, esto es otra forma de ayudar”. Hice como un
clic en mi cabeza. Mis papás finalmente se divorciaron, pero la mediación de la
psicoterapeuta nos ayudó a reflexionar y conciliar, y gracias a ella la
situación no fue tan caótica.
―
¿Consideras
que estas sesiones te dieron las herramientas necesarias para comprender y
aceptar el divorcio de tus padres?
― Yo
pensaba que lo mejor era que se divorcien. En realidad, más que ayudarme, les
ayudó a ellos. Entonces estuvo bueno que alguien pudiera haberlos guiado. Ellos
se dieron cuenta de cosas, detalles que, por años, nosotros les queríamos
mostrar y ellos no querían ver.
―
Cuando decís
‘nosotros’, ¿te refieres a vos y hermanos, hermanas?
― Hermanas.
Sobre todo mi hermana menor. Ella y yo estábamos en la situación. Mis hermanas
mayores ya no vivían con nosotros.
―
Qué
adolescentes más despiertas…
―
Si,
totalmente.
―
¿Haces
terapia? ¿Vas al psicólogo?
― Sí. A lo largo de mi vida y en diferentes ocasiones. Primero, porque yo creía que si iba a ayudar a las personas, yo tenía que estar bien, equilibrada. Para mí es muy importante ser ética con mi profesión. Yo me daba cuenta de que había cosas en mi historia personal que podían afectar mi forma de ejercer. Yo empecé a hacer terapia con Maricruz de Urioste y a partir de lo que vi en mi historia, me dije: “aquí hay problemas con mi padre, con mi madre, etcétera”. Entonces trabajé durante un par de meses la parte relacional de mi familia. Luego creces, maduras, y tus problemas se transforman. En otra época me tocó lidiar con una ruptura de pareja muy dura. Me vi muy mal, emocionalmente, así que busqué otro terapeuta. Y también me ayudó. Entonces: sí, a lo largo de mi vida y como consecuencia de diversas situaciones, he buscado apoyo psicológico. Luego me casé y volví a hacer terapia, por el tema de la maternidad. La terapia es parte de mi vida. En los últimos años mi terapeuta ha sido uno de los profesores de la Maestría. De hecho, en estos meses de pandemia[2] ese apoyo adicional fue muy importante, para que yo pueda lidiar con todo lo que sucedía. La terapia es un espacio de autocuidado y es trascendental para un profesional de la salud mental.
―
¿Qué
personajes psicólogos del cine o la televisión te gustan?
― Había
una serie en HBO que se llamaba ‘In Treatment’. Disfruté especialmente la
primera temporada[3].
Era un psicólogo bastante interesante. Me sentí identificada con algunas de sus
formas y estilos. Yo utilizo muchísimo el cine, porque en las historias de las
películas, y en los personajes, hay muchas cosas reveladoras con las que
las personas pueden identificarse. Ayudan a la persona a clarificar su
panorama.
―
Imagino que
recibir tres a cuatro pacientes cada día debe ser emocionalmente agotador.
¿Cómo lidias con esa situación?
― Aprendí bastante en mi primer trabajo. Fue en el área de Recursos Humanos de una Cooperativa. Debía reclutar y entrevistar a muchas personas. Conseguir cajeros, oficiales de crédito, etcétera. Evaluaba, cada día, a siete o más personas. Ese trabajo me ayudó a perder la timidez y a desarrollar habilidades de interacción y comunicación. Fue una muy buena escuela. Estuve en esa Cooperativa durante dos años. Cuando cursaba la Maestría tuve la fortuna de conocer a una colega -amiga ahora-. Virginia Gamberoni. Argentina, un poco mayor que yo. En gran medida, ella fue una especie de mentora. Me abrió las puertas de su consultorio y me dio la oportunidad de poner en práctica los conceptos aprendidos en la especialidad. Además, yo veía cómo ella atendía a sus pacientes. Ella me enseñaba y me guiaba. En psicología, nosotros hacemos lo que se llama ‘supervisiones’. ‘Supervisar’ quiere decir que cuando tienes un paciente complicado, con el que tienes dificultades para avanzar, o estás estancado, le pides ayuda a un colega, le cuentas el caso y ese colega te guía y orienta. Eso también ayuda. Esta amiga me supervisaba en algunos casos también. Con el paso del tiempo aprendí bastante. Cuando entré a trabajar en la clínica, en el año 2011, tenía 26 años. Inicialmente prestaba servicios a medio tiempo. Así empecé ahí.
―
Estuviste diez
años en la clínica y llegaste a ser Directora del área de psicología,
¿correcto?
―
Sí.
Llegue a ser Jefe del Servicio de Psicología.
―
¿Cómo se dio
eso?
― En 2011 empecé prestando servicios externos. Psicóloga de medio tiempo. En 2014 me contrataron como Psicóloga de planta y me dieron el cargo de Jefe de Psicología.
―
¿Qué hace un
Jefe de Psicología en una Clínica?
― Al
principio yo era la única psicóloga. Lo que hacía era prestar apoyo psicológico
y contención emocional a los pacientes en terapia intensiva y a la familia de
estos pacientes. El servicio estaba cien por ciento dedicado a las partes de
terapia intensiva adultas, pediátricas y neonatales. La política era que todos
los pacientes que ingresaban a esas áreas debían recibir el apoyo psicológico.
Aparte de eso hacia interconsultas en el sector de hospitalización. Eso
significaba atender a los pacientes de operaciones, a los que habían recibido
un trasplante de riñón, a los que llevaban días o semanas internados y habían
caído en depresión. Veía casos de todo tipo. Personas con diabetes, con
hipertensión, con quemaduras. Sobrevivientes de infartos o de accidentes cerebro
vasculares. Intentos de suicidio.
Enfermos con neumonía o personas diagnosticadas con cáncer o VIH. Si un bebé nacía con Síndrome de Down, debía dar la
noticia a los padres. O si un bebé moría en la panza de la mamá, o un niño
moría en un accidente, debía dar el apoyo correspondiente, contener a los
padres.
―
Por lo general
el psicólogo atiende a personas que van a su consultorio por voluntad propia, pero
aquí vos hablas de lidiar con gente muy asustada, con terror de morir y que
necesita apoyo psicológico urgente, aunque no lo deseen.
― Así es. Correcto. Gente que se levantó de buen ánimo y que a la noche sufrió un infarto y ahora está en terapia intensiva esperando que su corazón vuelva a funcionar.
―
Es una enorme
presión.
― Es un trabajo de presión, responsabilidad y agotamiento emocional
―
Coméntame
alguna experiencia pre-COVID19 que haya sido dura, por favor.
― El año que empecé a trabajar en la clínica mi mejor amiga estaba embarazada de su segunda hija. Ese día ella tenía ya ocho meses de embarazo. Yo estaba en casa, había llegado del hospital. Almorzaba con mi marido y me llamaron del hospital. Me dijeron: “licenciada, necesitamos que venga. Un bebé acaba de morir en la panza de la mamá. La señora se llama XXX y está pidiendo por usted”. Era mi mejor amiga. Tuve que ir de inmediato. No me correspondía ejercer como apoyo psicológico, debido a la relación personal entre nosotras, pero no había nadie más. Entonces fui. Estaban su esposo, que también es mi amigo, la mamá de mi amiga… Nunca olvidaré la sensación, tener que aguantarme de llorar, porque era mi mejor amiga y yo no podía quebrarme. Después tuve que estar al lado del esposo y la mamá. Acompañarles a que les mostraran a la bebé, ya fallecida. Esa es una de las imágenes mentales que no se olvidan. Recién hace unos tres años le conté a mi amiga que yo había visto a su hija, porque ella no la pudo ver.
―
Es un trabajo
extremo.
― Es
un trabajo que demanda mucho. Y aun después de 10 años de estar ahí, era un
trabajo que yo amaba. Me fui amando ese trabajo. Si me preguntas de aquí a dos
o tres años, o cinco, si volvería, probablemente te diría que sí, porque me
gusta. Me gusta la medicina. Me gusta la biología. Me gustaba hacer lo que
hacía, por muy difícil y duro, y a pesar del costo tan alto, yo sabía que
estaba haciendo algo para arreglar el alma de las personas que llegaban rotas.
[1] Tanto el psicólogo como el psicoterapeuta son profesionales de la salud. La psicología es, a la vez, una disciplina académica, una ciencia y una profesión. Como disciplina, Psicología es un grado superior con una duración de cuatro años y los alumnos graduados terminan con el título de psicólogos. Como ciencia, la psicología estudia y analiza la conducta y los procesos mentales humanos. La psicoterapia —también llamada psicología clínica—es una de las salidas profesionales dentro de la psicología. Todo el que estudia Grado en Psicología es considerado psicólogo, pero para ejercer la psicoterapia es necesaria una formación específica en el tratamiento de los trastornos psicológicos. Así, la psicoterapia es impartida por un profesional de la salud, médico o psicólogo, que promueve alcanzar cambios en la salud física y psíquica de las personas. La diferencia fundamental entre psicología y psicoterapia es que la psicología abarca, entre otras cosas, a la psicoterapia, y esta última es una especialidad de la primera. Todo el que ejerce la psicoterapia es psicólogo —o médico psiquiatra— pero no todo psicólogo es psicoterapeuta.
[2] La entrevista se realizó en junio de 2021. En esos meses Bolivia enfrentaba la tercera ola de contagios de la COVID-19.
[3] In Treatment (traducida en España y en Hispanoamérica como En terapia) es una serie de televisión estadounidense de HBO acerca de un psicoanalista, el doctor Paul Weston (interpretado por Gabriel Byrne), y sus sesiones semanales con sus pacientes. Se mantuvo al aire entre 2008 y 2010.
Muy interesante conocer el punto de vista de un profesional acerca de temas relacionados a la salud mental. Tal vez en el 2da parte se hable más acerca del Covid y la salud mental?
ResponderEliminar¡Hola Airin! Así es. La segunda parte será exclusivamente acerca de COVID. En un par de días la publicaré. ¡Mil gracias por pasar por acá, leer y comentar!!
EliminarMuy intersante informacion para aprender cada dia y poder ser mejor personas gracias por la entrevista
ResponderEliminarQuerida Fabiola, me alegra mucho que encuentre útil esta información. ¡Saludos!
EliminarInteresante entrevista
ResponderEliminarAgradezco tu comentario, stranger. :)
EliminarExcelente entrevista. Me hizo recuerdo a un libro sobre crianza que se llama "Dónde está mi tribu?" que habla sobre los sistemas familiares y su nexo con la crianza de los niños
ResponderEliminarGracias Santiago. No conozco el libro que mencionas, pero seguramente debe estar cerca de la perspectiva sistémica. ¡Gracias por comentar! Ya publicaré el resto de la entrevista. ¡Saludos!
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